Diario de la comelona. Feb 2019. Cervantes, Western Australia.
No me gusta el chocolate, las verduras, ni el café, pero mi única debilidad a la hora de comer son los camarones, me los devoró a la hora que sea y en la modalidad que sea. Andaba con unos antojos de comer unos camarones bien frescos hasta que convencí a mi novio que fuéramos en busca de los mejores camarones de Perth. Digo convencí porque el no es fanático de la comida de mar, y se le reducen las posibilidades de comer en un restaurante que solo venda pescado.
La búsqueda nos llevo a un pequeño road trip a un pueblito llamado Cervantes a dos horas y media de Perth. El paseo en carro es una delicia, a mitad del camino, se empieza a divisar dunas de arena blanca que si no fuera por el calor intenso característico de Australia a inicios de año, se confundirían con montañas cubiertas de nieve, zona conocida como Lancelin y famosa por las actividades de sandboarding que se hacen en las dunas.
Después de un par de horas manejando a 110Km/h, velocidad normal en las carreteras australianas, llegamos al famoso sitio llamado Lobster Shack. El restaurante no es para nada lujoso, es un sitio mas bien relajado, frente al mar, especializado en langostas y conocido por que todo lo que se sirve ha sido pescado el mismo día.
Ordene mi plato favorito y la razon del paseo hasta alla, el Prawn Bucket- Half a kilo of freshly steamed Carnarvon prawns on ice, served with cross trax and seafood sauce, así como se lee, medio kilogramo (500gr) de camarones frescos cocinados al vapor, servidos sobre hielo y salsa de mariscos, definitivamente los mejores $27AUD que puedo gastar en comida.
Mi mama llama ese plato una bomba de colesterol y se angustia cada vez que le cuento que fui a comerlo porque dice que tanto camarón hace daño para la salud. Pero bueno, que la felicidad esta en comer dicen por ahí, y tampoco es un plan de cada fin de semana, que literal es un paseíto para darse ese banquete.
Después de disfrutar de tremenda comelona con vista al mar, tomamos el camino de regreso a casa, pero no sin antes parar un rato en las dunas. Usualmente andan desoladas, no se ve un alma en la zona lo que hace que se siente una paz caminar en ellas, es un espectáculo ver tanto blanco alrededor y sentir como uno se hunde en la arena con cada paso que da.
Y esa es fue toda la aventura en busca de un plato de camarones.
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